Prospecto de Bloguero

¿SERÁ QUE ODIO A LAS MORRONGAS?

18.10.2013 17:36

 

Debo comenzar diciendo que respeto y valoro profundamente a la mujer, su capacidad de fingir un orgasmo, decirlo todo con una simple mirada y aguantar profundamente los cólicos menstruales sin manifestar queja alguna, debe ser considerado como una virtud meritoria de un premio Oscar de la academia, sin embargo las mujeres son tan distintas entre sí, que intentar agruparlas en equipos sería imposible, claro que hay rasgos distintivos que me podrían ayudar para determinar un grupo minoritario de estas mujeres que se encuentra en constante acenso, al cual denomino; “The Morrongas Club”.

 

Por años hemos intentado definir la palabra Morronga, muchos afirman que es un adjetivo Colombiano nacido en el Valle del Cauca de uso coloquial, que se puede emplear como sustantivo, lo aplican a personas que no demuestran lo que verdaderamente sienten. Falsas, disimuladas, solapadas. ¡Qué gran verdad!, el problema es que estas mujeres van en aumento, creando una sociedad secreta que no hemos podido infiltrar.

 

Estas Morrongas cuyo prototipo de belleza es Jacqueline Kennedy o Letizia Ortiz, son las mismas que en reuniones se sorprenden y escandalizan cuando uno habla de sexo, drogas o licor (ya que ellas solo degustan valor liquido que este añejado más de 18 años), y solo escuchan a Beethoven, Bach o Frédéric Chopin. La verdad es solo una; ellas no beben, chupan aguardiente y se estremecen internamente con Daddy Yankee, Don Omar, mojan cuco con Maluma y bailan amacizadas el vallenato del Binomio de Oro, es más, podrían comer empanadas de la calle (porque la grasa les encanta). Claro cabe recalcar que lo hacen en la intimidad de su convento, jamás lo harían en compañía de alguien que no pertenezca a su sociedad secreta de mojigatos y solapados.

 

 

 

A mis amigos hombres les recomiendo, que si en su vida se atraviesan con una Morronga, solo síganle el cuento, que después de un vino caliente (esto por darles gusto) ellas aflojan y terminan bailando reggaetón, tomando chinchin, vomitando en el baño, comiendo perro en la calle y de cuatro patas en la cama. Aunque lo único malo del día siguiente, será frase típica del guayabo de; ¿qué me paso?, yo nunca hago esto en la primera cita, y la típica de; todo fue cuestión de los tragos, no vayas a pensar mal de mí.

 

Si, lo admito, odio a las Morrongas, me da miedo tener una al lado, porque pienso que por aparentar ser monja, en cualquier momento saca un crucifijo del bolso, lo entierra en mi cabeza y me quema vivo en medio de la plaza del pueblo.

 

A las mujeres para lo que todo es “tabú” les digo lo siguiente: Admítanlo, ustedes también piensan en sexo, es más, les encanta, también se sacan mocos, se tiran pedos, hacen popo, ven porno, les crecen las uñas de los pies y amanecen con lagañas en los ojos. Eso de ser una princesa en la calle y una puta en la cama, está mandado a recoger, la moda es “seamos gatos todos”, al fin y al cabo, todos sabemos a lo que vamos y en la variedad está el placer… vamos tu puedes, saca la gata aguardientera que hay en ti… ¡déjala salir!

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